Constelaciones familiares sistémicas

CONSTELACIONES FAMILIARES SISTÉMICAS

Nos consideramos personas adultas, autosuficientes y libres, sin embargo, estamos más ligados a nuestra familia de lo que gustaría. Sin ser muy conscientes, a menudo, nos encontramos atrapados en lealtades, identificaciones y otros enredos sistémicos que no podemos ver pero como nos mueven como hilos invisibles.

Los miembros de una familia comparten, además de unos genes, un destino común tanto a nivel cotidiano como a nivel más trascendente, y esta realidad hace que, con frecuencia, las  relaciones sean confusas, violentas o enfermizas. Más a menudo de lo que pensamos, estos nudos originan o contribuyen a estados depresivos, enfermedades, dificultades en las relaciones, sensación de bloqueo, de carencia económica y otros trastornos e incapacidades que manifestamos tanto los adultos como los niños y adolescentes. Conductas y conflictos que no pueden explicarse a partir de rasgos personales como el carácter o la inteligencia, suelen encontrar claridad, comprensión y resolución a través de la perspectiva sistémica cuando, desde esta visión más nítida, se operan movimientos y cambios en el entorno familiar.

Para que la auténtica libertad y amor se den en un sistema familiar es necesario respetar unos órdenes, los cuales velan para que todos los miembros ocupen el lugar que les corresponde dentro del sistema. De este modo cada cual puede reconocer a los demás como quiénes son y aceptarlos en su singularidad, como únicos e irrepetibles.

El trabajo de Constelaciones Familiares Sistémicas (CFS) es un método de enfoque sistémico y fenomenológico, desarrollado por el psicoterapeuta alemán Bert Hellinger (Baden 1925). Este método vela por la recuperación y el mantenimiento de estos órdenes naturales y básicos -que nada tienen que ver con preceptos morales o religiosos- para que un buen amor, un amor más claro y libre, se dé en el sistema familiar. Esto es, para que un amor, capaz de captar la realidad y aceptarla, actúe dentro del sistema para que las relaciones entre sus miembros sean más claras y, allí donde haga falta, que una reparación o una sanación sea posible. De esta manera todos los miembros quedarían libres de líos sistémicos para poder desarrollarse plenamente, siguiendo su propio destino.

El trabajo de B. Hellinger es una aguda y brillante comprensión de la manera de actuar que tiene eso que llamamos “conciencia”, y de eso que él llama los “movimientos del espíritu”. Respetando los órdenes que el amor exige para poder florecer en el seno de un sistema familiar, estos dos elementos –conciencia y movimiento del espíritu- nos llevan a una dimensión más real del amor y más libre, a una armonía y felicidad más madura.

Un trabajo de constelación no es tan complicado como a priori puede parecer. Reclama que nos dejemos guiar por la intuición y confiemos en esos movimientos. Sin exigencias ni intenciones personales, más allá de nuestra buena o  mala conciencia, aceptando y asintiendo a todo lo que acontece tal y como es, para que pueda restablecerse el orden en el sistema. De manera que aquello que estaba separado, excluido o invertido pueda integrarse de nuevo y ocupar el lugar que le corresponda, restableciendo, así, la dignidad y la libertad de cada  miembro del sistema.

Para realizar una constelación familiar sistémica, es necesario querer mirar y aceptar las cosas tal y como fueron, sin pretender cambiarlas. Tan importante como los órdenes, es la calidad de esta mirada, que siempre es en recogimiento y respeto, libre de juicios y de toda intención personal. Esta mirada libre de deseos facilita la aceptación de los hechos ocurridos y una visión más lúcida del presente.

Cuándo hacer y para qué una constelación familiar sistémica.

Para mirar y asentir a la realidad dentro de nuestro sistema familiar. Aquí entendemos mirar no para curiosear o cotillear, sino como una observación atenta alentada por el deseo de aliviar el sufrimiento, la preocupación o el malestar de quien constela.

Constelamos para aceptar la realidad que se nos revela tal y como es, y para hallar una imagen de solución que nos oriente hacia la salud y el bienestar.

Para constelar basta con sentir un profundo y un serio deseo de hacerlo. Nadie habría de interponerse en este deseo. Todas las personas tenemos la fuerza suficiente para sostener nuestros procesos. Este deseo profundo es el que conlleva esta fuerza.

Considero que el trabajo de CFS es más que un método. Creo que las constelaciones entendidas y sentidas en toda su profundidad, son un camino de trascendencia que nos obliga a abandonar toda prepotencia y a situarnos en una actitud honrada y humilde, necesaria para abrazar nuestra auténtica naturaleza, devolviéndonos a nuestro tamaño real y poniéndonos realmente en sintonía con la vida.

La ciencia, la tecnología y la revolución digital que marcan nuestra época, no superan, ni resuelven ni nos evitan la vida y la muerte como fuerzas misteriosas y poderosas, ante las cuales quedamos pequeños. Me parece bueno recuperar la aceptación y el respeto por el misterio y crecer, no a pesar o en contra de ello, sino en él mismo porque formamos parte. Nuestra vida auténtica, tal vez, comienza cuando nos confiamos a este caudal de vida.