Amar mi historia

 

Antiguamente, se pensaba que solo las personas importantes y famosas podían escribir su autobiografía. Haber vivido cosas extraordinarias justificaba escribir sobre ellas mismas y sobre aquello que les había pasado.

A parir de los años 70, algunas personas de grupos sociales marginados empezaron a ejercer su derecho a expresar quienes, qué sentían, qué querían, cuáles eran sus anhelos o sus necesidades, y comenzaron a escribir sobre ellas mismas. Hoy día somos muchas las personas que en algún momento de nuestras vidas hemos sentido el impulso de narrar nuestra vida. No somos famosas, ni hemos hecho cosas extraordinarias de la manera en que convencionalmente entendemos. Pero guardamos secretos, sufrimos enfermedades, sentimos pasiones e inquietudes, y la necesidad imperiosa de poner todo ello fuera de nosotras mismas para “mirarnos” con perspectiva y como objeto de conocimiento.

Esta escritura sobre tu propia vida es la que te propongo. Emprender un trabajo autobiográfico a fin de conocerte mejor, de aprender de ti mismo o de ti misma para ayudarte en tu tarea de transformación. Escribir tu autobiografía para sanarte. Utilizarla como una medicina para el alma.

El trabajo autobiográfico es una oportunidad para evocar lo que hemos vivido y reconsiderarlo desde el presente, el único lugar donde somos reales y tenemos poder. Podemos leer nuestro texto y observar a nuestro yo protagonista: de dónde viene, cuál es su origen… ver como se mueve, como sufre, juega, se equivoca, disfruta, ataca, ama… Podemos ser escritores y a la vez lectores y observadores de nuestra historia de vida. En este desdoblamiento saludable –al mismo tiempo autores y lectores- puede darse una mirada curativa sobre lo que llevamos vivido, que nos reconcilie con quien hemos sido y con aquello que hemos hecho (o dejado de hacer). Desde el presente, redefinimos nuestras experiencias, les damos un Nuevo significado y, al hacerlas nuestras, al apropiarnos, nos hacemos también responsables de lo vivido. Esta estima por la propia vida le da sentido y nos prepara para lo que todavía nos queda por vivir.

Considera este espacio tu laboratorio autobiográfico. A partir de ahora te acompaño. En cada publicación te facilitaré una consigna para avanzar en tu autobiografía. Te proporcionaré pistas y claves para confeccionar tu genograma y poder alcanzar una visión de conjunto. Aunque esto no significa que escribir una autobiografía te obliga a realizar el genograma. Ni viceversa. Huelga decir que éstas son tareas independientes y que, por tanto, eres libre de escoger realizar una u otra. Haz las dos solo si cuentas con la motivación suficiente y así lo sientes.

¿Pasamos a la acción? Aquí va la primera consigna.
Comenzando el trabajo autobiográfico. Amar mi historia

Materiales 
Ordenador, libreta y bolígrafo. También puedes utilizar cartulina y lápices de colores. O fichas, si prefieres confeccionar tu biografía a manera de fichero.
Consigna
Este es un inicio sencillo para empezar a sacar de los escombros los tesoros que hay en tu vida.

Entrar en nuestra vida para reunir los frgamentos dispersos o confusos y poner orden, exige tiempo y recogimiento. Te sugiero realizar esta tarea en silencio, sin prisas y sin obsesionarte. Es una tarea íntima y personal. Solo para ti. Tienes la libertad de escribir lo que quieras. Estas libre de reproches y juicios. Solo la leerás tú. No hace falta ser precisos. No buscamos registrar los hechos pasados de manera necesariamente cronológica ni exacta. Lo que pretendemos es evocar nuestros recuerdos y soltar la memoria.
En tu libreta, haz una “lista autobiográfica”. Esta lista puede tener tantos ítems como se te ocurran. Te será muy útil para que los recuerdos no te paralicen o no te invadan. Recoger todo lo que se te ocurra en ítems te dará sensación de orden.
Por ejemplo:
–        fechas clave de mi vida
–        lugares (barrios, países, casas, direcciones…) en los que he vivido
–        viajes que he realizado
–        personas clave en mi vida
–        trabajos que he tenido
–        relaciones de pareja
–        mis valores
–        daños o dolor que he causado a otras personas
–        locuras que he hecho
–        mascotas que he tenido
–        pérdidas que he sufrido (duelos, renúncias…)
–        mis amantes
–        mis canciones preferidas
–        los objetos de la mi vida
–        ….

En lugar de una lista, también puedes dibujar en una cartulina esferas que contengan un título equivalente a los ítems. En el centro de la cartulina, puedes dibujar una esfera que te represente a ti. El resto de esferas las puedes dibujar más cerca o más lejos de la tuya, según la importancia que hayan tenido para ti.

Tanto los ítems de la lista como las esferas dibujadas pueden ser interminables; por tanto, cuando ya no se te ocurran más ideas (podrás añadir siempre que se te ocurran) escoge uno o dos ítems, o una o dos esferas, y empieza a rellenarlos con tus recuerdos. No te pierdas con los detalles, evita las descripciones floridas y ves al grano. Los datos exactos no son la prioridad, sino la evocación y soltar la memoria. Respira profundamente y…¡a escribir!

Esta lista será la columna vertebral que sostendrá el trabajo autobiográfico. Hasta aaquí par empezar. Seguiremos en noviembre.
¡Buen trabajo!